LA ERA DE LOS DOCE AÑOS

 

lunes, 28 de mayo de 2007
El Balaguer Que Odiamos


Se conmemoran cien años de su nacimiento
Balaguer,
El Hombre Que Nos Derrotó A Todos

Los balagueristas pueden jactarse de muchas cosas; sus adversarios de acusarlo de todos los males habidos y por haber. Pero locierto es que Balaguer supo arreglárselas para derrotar uno a uno a sus contrincantes.

La política dominicana, como acontece en todos los países latinoamericanos, vive en constante ebullición. Permanecen los dominicanos en campaña los 365 días del año y se dice que es difícil encontrar un país con tan alto índice de politización. En esta ocasión, el motivo del escarceo lo constituye la celebración del centenario del nacimiento del doctor Joaquín Balaguer, una de las figuras más relevantes de la historia republicana. Ha habido festejos por parte de los miembros de su resquebrajado, y rumbo a la desaparición, Partido Reformista Social Cristiano y por parte del gobierno, que ha estado beneficiándose de las rebatiñas internas de esa agrupación incluso antes de que el presidente Fernández ganara las elecciones en el 2004, ayudado por un sector disidente, encabezado por los ex vicepresidentes de la República, Jacinto Peynado, fallecido, y Carlos Morales Troncoso, actual secretario de Estado de Relaciones Exteriores.

Al margen de las disputas netamente utilitarias alrededor de la figura de Joaquín Balaguer, en el país ha habido muchas opiniones encontradas en torno al tratamiento que sectores de poder y de medios de comunicación han dado a su figura.

Sin dar la razón a ninguno de los bandos, a los que han elevado a Balaguer a la categoría de prócer, santo, padre de la patria o Mesías, o a los que lo consideran un tramposo, asesino, y pichón de dictador; lo cierto es que Balaguer fue un protagonista de primer nivel a lo largo del Siglo Veinte; fue un cercano colaborador del sanguinario dictador Rafael Leónidas Trujillo, que subyugó a los dominicanos por más de 30 años; en aquel régimen de oprobio y terror fungió de ministro, canciller, vicepresidente y presidente títere.

Luego de la caída de la dictadura se convirtió en un hombre decisivo en los procesos sociales que habría de vivir el país. Balaguer sale al exilio después de un período muy convulso a principio de la década de los sesenta, en desgracia total y absoluta con el gobierno de Estados Unidos, presidido entonces por Kennedy.

Pero los acontecimientos posteriores le dieron la oportunidad de volver a contar con el beneplácito de Washington y así resurge de sus cenizas para convertirse en el amo del discurrir de la historia dominicana hasta su muerte en el año 2002.
A fines de 1962 República Dominicana elige a Juan Bosch como presidente de la República Dominicana, que era un intelectual con ideas de izquierda; en 1963, a los siete meses, es derrocado, por una conspiración urdida por la derecha dominicana y Los Estados Unidos. Recordemos que República Dominicana es vecina de Cuba y Fidel acababa de instalarse en el poder, y la guerra fría atravesaba por momentos muy ácidos. Después de muchos acontecimientos importantes en 1965 estalla una revolución constitucionalista que pretendía reinstalar en el poder a Juan Bosch; entonces se produce la invasión de Estados Unidos en abril de 1965, para detener el posible avance de los revolucionarios, que también eran, mayoritariamente, gente con ideas marxistas.

Con el país aún intervenido se celebran elecciones en 1966 y las gana Balaguer, con el apoyo de los invasores y de las fuerzas armadas dominicanas. Se instala en el poder y es el hombre fuerte de los norteamericanos.

Durante su régimen de 12 años hubo una sistemática persecución política de sus adversarios, principalmente de aquellos que militaban en los partidos de izquierda, e incluso en contra de miembros del Partido Revolucionario Dominicano, que en aquella época era una agrupación compuesta por una amplia gama de ciudadanos que luchaban a favor de la democracia.

En durante ese período hubo muchos muertos, exiliados, y encarcelados. Hubo grupos paramilitares que aterrorizaban a los opositores al gobierno; la corrupción en la administración pública se estableció como una escuela; el clientelismo y el asistencialismo como formas de ejercer el poder y la política.

Pero durante sus primeros doce años de administración el país tuvo un notable desarrollo a nivel de infraestructura y surgió una clase media que medraba y crecía alrededor de las empresas públicas, que en el pasado habían pertenecido al dictador Trujillo; este segmento de la población también empezó a beneficiarse del desarrollo industrial impulsado por el gobierno mediante la creación de leyes que preveían incentivos a los industriales. En aquella época Balaguer dijo que su gobierno había creado trescientos nuevos millonarios al amparo del régimen.

Sin embargo, Balaguer no invirtió en educación al mismo nivel que lo hizo en infraestructura y tras su salida del poder en 1978 los niveles de analfabetismo en el país eran altísimos y la moral una ruina.

Después de ocho años de gobierno del Partido Revolucionario Dominicano, gestiones mediocres y malas, y tras las severas luchas internas dentro de esa agrupación política, ciego y anciano Balaguer regresa al poder en 1986. Permanece en él hasta 1996, en donde una reforma constitucional le obliga a aceptar el acortamiento de su mandato, después de que se demostrara la comisión de un fraude en contra de su más encarnizado rival, José Francisco Peña Gómez.

Cuando se daba por un hecho que Peña Gómez esta vez sí lograría sus propósitos, Balaguer pudo maniobrar e impedir que accediera al poder. Su influencia, el poder económico del estado y otros tantos recursos fueron puestos a disposición del entonces aspirante del Partido de la Liberación Dominicana, Leonel Fernández, quien terminó siendo elegido en una segunda vuelta electoral, creada precisamente para evitar que José Francisco Peña Gómez alcanzara la presidencia de la República.

En el año 2000 Balaguer rompe el récord mundial al presentarse como candidato con 94 años, totalmente ciego y prácticamente paralítico.

En el año 2002, casi muerto, con un pie en la tierra y otro en el umbral del despacho de San Pedro, casi con los cirios encendidos, fue una figura clave para que el grupo de Hipólito Mejía, entonces presidente de la República, lograra modificar la constitución para reintroducir la reelección en la constitución, que había sido prohibida en una reforma hecha a la carrera para salir de la crisis que produjo el demostrado fraude electoral perpetrado en contra del PRD y su candidato.

Este primero de septiembre se celebraron cien años de haber nacido en Navarrete, municipio de la provincia de Santiago de los Caballeros. Y hubo de todo para conmemorar tan magna efemérides.

A cien años de haber nacido la figura de Balaguer sigue gravitando en la vida política dominicana; sigue siendo un activo del cual muchos aún viven y su legado un botín que mantiene a muchos enfrentados. También sigue siendo motivo de apasionadas discusiones, con ardientes loas y duras descalificaciones.

A estas alturas, lo que nadie discute es su estatura política, su sagacidad, su apego al poder, su frugalidad, su permisividad ante los desafueros de sus colaboradores y su falta de visión de futuro. Otros destacan su nacionalismo, y su amor por el medio ambiente.

Los balagueristas pueden jactarse de muchas cosas; sus adversarios de acusarlo de todos los males habidos y por haber. Pero lo cierto es que Balaguer supo arreglárselas para derrotar uno a uno a sus contrincantes. José Francisco Peña Gómez, a quien le impidiera llegar a la presidencia de la República usando incluso el racismo como recurso, terminó admirándolo y reconociendo sus supuestos aportes a la democracia dominicana.

Juan Bosch, que lo satanizó a lo largo de su vida, y a quien acusó de un fraude en su contra en 1990, terminó abrazado a él en medio de un acuerdo político que en el 1996 sacudió los cimientos de la sociedad. A favor de Bosch hay que decir que, cuando se produjo aquel acontecimiento, ya sus facultades mentales estaban muy reducidas.

Muchos de los que vivían acabándolo por su impenitente intención de reelegirse terminaron apoyando un fallido proyecto reeleccionista encabezado por Hipólito Mejía, y otros tantos hacen lo mismo con Leonel Fernández.

Muchos de los afamados revolucionarios que lo enfrentaron en los sesenta y los setenta terminaron siendo funcionarios públicos en sus gobiernos y rendidos ante su poderoso encanto.

El presidente Leonel Fernández, quien en varias ocasiones vertiera duras opiniones en su contra, se ha declarado balaguerista y gran admirador suyo.

El Congreso Nacional lo ha designado paladín de la democracia y varias importantes obras viales y de infraestructura llevan su nombre.

Casi la totalidad de los políticos dominicanos desfilaron en romería por su residencia, en busca de su apoyo, en distintas circunstancias.

Casi todos los políticos imitan sus formas de gobernar y copian su pragmatismo, y otros han llegado tan lejos que hasta imitan su voz y sus ademanes.

Ahora solo falta que la iglesia proponga su beatificación con miras a convertirlo en santo.



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